“No haré más arte aburrido” . La animadversión por las creaciones anodinas impulsó al pope apropiacionista y conceptual John Baldessari (León de Oro a su trayectoria en la 53º Bienal de Venecia) a evitar cualquier resquicio de monotonía, recurriendo a un ecléctico repertorio de medios y formatos para reflejar sus teorías en torno a los límites del arte. En homenaje a uno de los artistas más influyentes del siglo XX y haciendo honores al último clásico del celuloide, Clint Eastwood, Henry Joost y Ariel Schulman (la factoría Supermarché) idean un cortometraje documental, 'A brief history of John Baldessari' , donde concentran en seis minutos la filosofía del artista. Narrado por Tom Waits , que con su voz sexy sumerge al espectador en la apasionante carrera de Baldessari, y recreando su estilo, los directores se zambulleron durante el rodaje en la cotidianidad del hombre (los pequeños detalles de su oficina: el escritorio, las esculturas, las pinturas, las fotografías, la máquina de café, un postit con su clave WiFi; también personales, como algunas tarjetas de crédito o los estantes de su biblioteca) y en la historia del autor.
Heredero del dadaímo y el surrealismo, Baldessari comenzó en los sesenta con juegos de yuxtaposición de textos e imágenes que lo sitúan en los albores del conceptualismo, que cargado de sutil ironía reivindica lo matérico como hilo conductor de la idea . Combinando el potencial narrativo de la imagen y el poder asociativo del lenguaje (como sistema arbitrario que cuenta con normas), exige a su público una participación activa en cuanto a la contextualización e interpretación de las piezas. Algunas de ellas van acompañadas de instrucciones con la intención de que el espectador sepa cómo debe enfrentarse a la obra, caso de 'Pintura Kubler'. A principios de los setenta, repudió sus primeros trabajos quemando parte de su taller. Con motivo de su 'Cremation Project' prendió sus obras iniciáticas junto a cinco amigos para transformarlas en una entidad artística superior . Desde entonces las cenizas reposan en una urna. A modo de ritual, el de California aseguró haber “trazado una conexión entre la práctica artística y el ciclo de la vida”.
El artista estadounidense se ha comparado a sí mismo con autores de la talla de Cervantes o Goya, ya que “mantienen una dicotomía entre lo divertido y lo trágico”. Para Baldessari, "el mayor genio de los sesenta no fue Andy Warhol, ni Jasper Johns, sino Jean-Luc Godard" . En los años ochenta empezó a colocar puntos de colores sobre los rostros de los personajes con el fin de acentuar su carácter anónimo, de manera que obliga al espectador a centrarse en aspectos diferentes para dar sentido a la totalidad de la escena. También ha destacado en la video-instalación y cuestionó duramente el concepto de autoría, en su intento de ser un no-artista, y se defendió de las críticas que apuntaban: “el arte conceptual consiste simplemente en señalar”.
María José López